Oferta diaria "Protección de datos
Conocimiento privilegiado de la gastronomía.
„En el negocio de la restauración, las cosas pueden volverse estresantes muy rápidamente".
En cuanto empieza la temporada, la tienda funciona a toda máquina. Como empleado del sector de la restauración, hay que tener buenos nervios, ser especialmente resistente al estrés y trabajar siempre concentrado. En un día "normal" de temporada alta, más de 1.000 huéspedes al día son normales en un negocio de tamaño medio. Esto significa pensar y actuar con rapidez. Como en este sector hay una enorme competencia, el personal es cada vez más escaso y los clientes son notablemente más exigentes, los restauradores tienen que dar el cien por cien cada día para defender continuamente su buena reputación. Los huéspedes son tratados como pequeños reyes, tienen los asientos que desean y se les presentan platos nuevos cada día. Para poder conseguir a tiempo la mesa preferida, los pedidos se hacen con tiempo. El personal anota los datos del huésped. Suele incluir el nombre y los apellidos, el número de teléfono, el número de invitados y la ocasión. Para reservas más grandes, se tomarán disposiciones más detalladas. A efectos de pago, también se solicitan y almacenan, por supuesto, los datos de la cuenta bancaria del huésped, así como la dirección para la factura.
Ordenar, pero correctamente
En muchos establecimientos, los datos se introducen en un sistema digital de reservas. Sin embargo, incluso allí, de vez en cuando, hay un pequeño libro de pedidos en un lugar central cerca del mostrador. En el ajetreo, las cosas tienen que ir deprisa y teclear en el sistema lleva demasiado tiempo. La cerveza para pinchar en una mano, el bolígrafo en la otra, el teléfono en la oreja izquierda, y en la derecha suena el timbre de la cocina. El camarero pregunta rápidamente los datos del cliente y, en el mejor de los casos, los anota en el libro de pedidos que tiene delante. Una vez terminada la conversación y completado el proceso, el camarero pasa a la mesa siguiente. Ni cinco minutos después, el siguiente cliente está en el mostrador y quiere pedir una mesa. Esta vez basta con un papel y un bolígrafo, no hay más tiempo.
Al final del día, además de la cuenta, también se anota en el libro la reserva de mesa. Pero, ¿y si el papelito con el nombre, el número de teléfono y los datos de facturación se pierde de repente en el ajetreo?
Una cuestión de mantenimiento del sistema
Dado que estos libros de pedidos suelen introducirse posteriormente en el sistema, varias personas entran en contacto con los datos personales debido a los cambios de turno.
En este caso, el personal debe conocer desde el principio las nuevas leyes de protección de datos. La formación y sensibilización del personal (también fuera de temporada) es una buena idea en este caso. La referencia al secreto y la confidencialidad debe ser leída y firmada por cada individuo.
Los datos que los clientes revelan durante el proceso de pedido deben registrarse de forma que no puedan desaparecer inadvertidamente. Puede utilizarse un libro de pedidos, pero debe guardarse en una zona accesible sólo al personal. El mostrador, donde esperan los clientes impacientes, no es un lugar adecuado.
El cliente confía en el restaurante y suelen venir por recomendación o por su propia experiencia positiva.
Son precisamente estos planteamientos los que deberían valorarse mucho a pesar del ajetreo de la vida cotidiana. Si se pierden datos personales, en el peor de los casos puede costarle al restaurante su buena imagen, más clientes satisfechos o incluso todo un negocio de temporada.
Multas de hasta 20 millones de euros
La pérdida de datos es uno de los graves percances de la protección de datos. Esto se debe a que deben notificarse a la autoridad de control competente en un plazo de 72 horas. El resultado son multas, toda la atención de la autoridad y fuertes sanciones.
Esto puede resultar caro. El Reglamento General de Protección de Datos prevé multas de hasta 20 millones de euros o hasta el 4 por ciento de la facturación anual anterior global de una empresa en caso de infracción. Actualmente, una infracción de la Ley Federal de Protección de Datos aún puede acarrear una multa de hasta 300.000 euros o incluso una pena de prisión de hasta dos años.
Y lo que mucha gente no sabe es que no sólo se ve afectada la propia empresa, sino también la persona que causó la violación de datos.
"Do nunca nada a medias, de lo contrario perderás más de lo que puedas recuperar".
Luis Amstrong